Meditación
Muchas veces hay personas que nos ofenden o nos hacen daño con sus palabras, ya sea que se den cuenta o no. Por ejemplo, un familiar que dice palabras apenas levemente hirientes, o que envía indirectas sobre algo que hacemos mal. O bien, un compañero en el trabajo que menosprecia nuestro oficio, como sintiéndose superior a nosotros. Tantos ejemplos y situaciones diarias en que podemos ser ofendidos sutilmente. En estos casos ¿qué podemos hacer?
La Palabra de Dios nos dice que podemos ganarnos el respeto de los demás al pasar por alto estas ofensas leves. Esto no quiere decir que debamos permitir que nos hagan daño. Pero significa que nosotros tenemos claridad acerca de cuánto valemos; aunque estamos en desacuerdo con el ofensor, no vamos a rebajarnos para tratarlo mal. Más bien, por cuanto Dios nos da la capacidad, seguiremos tratando bien a la otra persona, y también diremos lo que no nos parece cuando sea apropiado, pero sin ofender. Haciendo esto nos ganaremos el respeto de los demás.
La Palabra de Dios
La cordura del hombre detiene su furor, Y su honra es pasar por alto la ofensa. Proverbios 19.11
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