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El Camino de Regreso a Dios: Cómo una Revelación Transformó mi Vida

Un faro que ilumina en medio de la oscuridad
Hace unos años, hubo una verdad que me hizo volver a Jesucristo. A los 15 años, creí haberlo recibido en mi corazón (y posiblemente fue así), pero debido a problemas familiares, terminé viviendo fuera de casa y sin iglesia. A los 25 años, me encontraba sumido en el mundo y algo decepcionado porque no me iba bien en varias áreas de mi vida. No asumía mi responsabilidad y estaba ciego ante ello. Fue entonces cuando tuve una revelación, no fue una experiencia sobrenatural, sino un pensamiento que me hizo regresar a Dios, mientras conducía mi automóvil. Esta revelación fue la siguiente: Dios es perfecto, y su voluntad también lo es. La causa de por qué me estaba yendo mal, es que mi vida distaba mucho de ser perfecta. Así que necesitaba de Dios, para que Él hiciera lo que para mí era imposible.

Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Mateo 22.37-38

Jesús nos enseñó que debemos amar al Señor con todo nuestro corazón, alma y mente. Sin embargo, ¿quién ha sido capaz de hacerlo? ¡Absolutamente nadie! Así que todo lo que tenemos, tanto creyentes como no creyentes, es un reflejo del amor de Dios por nosotros.

Ese día entendí que necesitaba más de Dios y comprendí la razón de mis fracasos en múltiples áreas. ¡Fue tan liberador saber que nadie era mejor que yo! Dejé de competir con los demás para demostrar mi valía, porque si todos somos pecadores, todo lo que recibimos es por gracia, un regalo inmerecido. Esto me quitó un peso enorme de encima. Dios me acercó a Él nuevamente, restableciendo mi comunión y tiempo a solas con Él a través de la lectura de la Biblia y la oración. Desde entonces, ha estado trabajando en mi orgullo de manera profunda.

Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Hebreos 4:12


Para Meditar

¿Estoy corriendo a la Palabra a diario, para que Dios desate o corte cualquier atadura que tengo en mi vida?

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