Según el Diccionario de la Real Academia Española, la lascivia se define como "Propensión a los deleites carnales". Es un deseo sexual descontrolado, ya que ocurre fuera de la voluntad de Dios, es decir el matrimonio.
Es un pecado terrible, el cual la Biblia condena con un gran énfasis. Incluso a los primeros cristianos de origen gentil, se les dije que solamente se abstuviera de unos cuantos pecados, entre ellos la fornicación. En Hechos 15:29 leemos: "Que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien."
Aquí exploramos algunas de las razones por las cuales la lascivia es tan terrible. Las primeras pistas las encontramos en Oseas 4:11 dice "Fornicación, vino y mosto quitan el juicio".
La lascivia hace querer siempre algo más. Con este pecado no nos contentamos con la mujer (u hombre en el caso de las mujeres) que Dios tiene para nosotros (sea en el presente, o si están solteros en el futuro). Lleva a menos agradecimiento y menos contentamiento, por consiguiente más que quejas y reclamos hacia Dios. Este pecado es consistente con un pensamiento de "Dios, por qué no puedo tener todo lo que deseo". Nótese también la actitud orgullosa ante Dios.
También la lascivia nos lleva al egoísmo, pues con esta actitud se quiere todo para sí. Perdemos el enfoque de darnos por otros y estar pendientes acerca de sus necesidades. Jamás se podrá cumplir el mandamiento "amen a los demás como a ustedes mismos", cuando se vive en esta situación.
Además, quien se entrega a la lascivia se olvida de la obediencia a Dios. Por esto Oseas dice "Fornicación, vino y mosto quitan el juicio".
Pidamos a Dios que nos aleje por completo de este pecado que tantas vidas y familias ha destruido. Si has caido en él, recuerda que Dios te ama y desea que te arrepientas pidiéndole perdón y entregándole tu vida entera a Jesucristo.