Meditación
Recuerdo un anécdota de un "café" (conversación en una cafetería) con un gran amigo, a quien conozco desde hace diez años, pues pertenecíamos a la misma congregación. Mientras él me comentaba lo que ocurría en su vida, cometí el error de juzgarle por cómo manejaba la situación, ya que para mí evidentemente estaba mal. Aunque no se lo dije en el momento, para mis adentros me sentí superior en esa área.
Para mi sorpresa, durante la semana siguiente yo estaba cometiendo la misma falta que mi amigo me había comentado. Esta circunstancia me obligó a meditar sobre qué había pasado.
De allí se desprendieron al menos dos enseñanzas:
- No debemos juzgar a otros, pues al hacerlo nos estamos enalteciendo. Y cualquiera que se enaltece será humillado
- Yo debía dar la gloria a Dios porque anteriormente solo Él me había dado victoria sobre ese pecado. No obstante, en el momento me di la gloria a mí mismo, sintiéndome superior
Así que cada vez que obtenemos una victoria sobre algún pecado, necesitamos recordar que la gloria es únicamente para Cristo. Él nos otorgó vida, cuando estábamos muertos. Por Él tenemos el Espíritu Santo, que nos hace vivir por encima a lo que merecemos y a nuestras capacidades. Así que agradezcámosle a Dios por sus logros en nuestra vida, y dejemos de sentirnos mejores que los demás.
Para Meditar
¿Qué tanto le agradezco a Dios por sus victorias en mi vida, aquellas conductas negativas que predominaban antes, pero ahora por Él no se manifiestan más?
La Palabra de Dios
Pero lejos esté de mi gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo. Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación. Gálatas 6:14-15
Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. Mateo 23:12