He escuchado a pastores y personas maduras en la fe decir que si llega un problema o una enfermedad, no deberíamos preguntarnos si fue por causa de un pecado, pues todos enfrentaremos dificultades y enfermaremos, y simplemente son circunstancias que suceden en la vida. Según este razonamiento, seríamos demasiado duros con nosotros mismos si nos culpamos por situaciones adversas, y deberíamos tener un enfoque más positivo al respecto.
Al examinar las Escrituras con cuidado, por años he estado en desacuerdo con estas afirmaciones.
Pero después, Jesús lo encontró en el templo y le dijo: «Ya estás sano; así que deja de pecar o podría sucederte algo mucho peor» Juan 5:14
Primero una aclaración: Dios es soberano, y muchas adversidades podrían venir a nuestras vidas sin que las podamos entender. Aún una persona que haya vivido entregada a Dios, enfrentaría incontables sufrimientos si Él así lo determinara. Vemos por ejemplo a Abraham, quien esperó con dolor hasta sus casi 100 años para recibir su hijo prometido, y la Biblia no menciona que un pecado tuviera que ver con esta prueba (el dolor por la larga espera).
Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después. Juan 13:7
Sin embargo, como vimos en el primer pasaje, sí existen pecados que traen consecuencias negativas en nuestra vida. En este caso, se trataba de un paralítico que hace 38 años estaba enfermo. Cuando Jesús lo sanó, le advirtió que dejara el pecado, o algo peor le vendría. Así concluimos que el pecado trae consecuencias negativas, e incluso una enfermedad podría deberse a algo en el corazón que necesitamos corregir.
Como dije anteriormente, no siempre es así. Si somos creyentes, tenemos al Espíritu Santo que nos deja saber cuáles situaciones ocurren como consecuencia de un pecado o simplemente porque Dios es soberano y tiene un propósito que aún no entendemos.
En lo personal, al enfrentar adversidades prefiero ser crítico conmigo mismo y no asumir que todo está bien en mí, pues existen pecados que son ocultos a nuestros ojos. Si no estamos seguros, es mejor orar y decir a Dios "déjame ver lo que no veo, o enséñame el propósito de lo que estoy viviendo".
¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Salmos 19:12
Para Meditar
¿Podría ser que los problemas o adversidades que he enfrentado en los últimos años o meses se conviertan en maestros (aunque sabemos que realmente es Dios actuando en nosotros) que me guíen a aquello que Dios desea le entregue a Él?