Meditación
Recuerdo cuando era un niño de diez años, y esperaba con ansias que llegara la navidad. Había pedido de regalo un microscopio, y contaba los días y horas para que se me concediera tenerlo. Finalmente llegó el día, por lo cual estuve extremadamente contento. En menos de una semana, se había extinguido casi totalmente mi emoción, pues no era lo que yo esperaba. Hasta llegué al punto de sentirme triste, en medio de mi decepción.
Algo similar le ocurre a muchos individuos cuando se enamoran. Si bien esto no está mal, el problema ocurre si no se tiene la madurez para evitar idealizar a la pareja. Al hacerlo, un día la otra persona les falla (pues nadie es perfecto), y se cae en un estado de desilusión, que incluso se podría terminar la relación.
Hay un gran peligro en idolatrar a alguien que creemos casi perfecto (a). Lo mismo puede ocurrir con el viaje de nuestros sueños, o cualquier cosa que deseemos. Sin estar conscientes, le podríamos dar (en nuestra mente y corazón) a eso características de Dios, pues creemos que nos harán felices. Luego recibimos un balde de agua fría, pues nada tiene la capacidad de darnos felicidad, únicamente Jesucristo nos aporta la llenura, el gozo y alegría que necesitamos.
Pidamos a nuestro Creador que nos conceda un corazón balanceado, que sepamos disfrutar todo lo que recibimos con agradecimiento, sin una expectativa falsa. Así no nos afectará emocionalmente cuando esa persona que admiramos cometa un error grave, en ese viaje esperado se extravie una maleta, o ese bien material deseado llegue y nos descubramos vacíos por dentro.
Para Meditar
¿Existe algo o alguien que yo piense me hará más feliz, aparte de Dios?
La Palabra de Dios
Luego la aborreció Amnón con tan gran aborrecimiento, que el odio con que la aborreció fue mayor que el amor con que la había amado. 2 Samuel 13.15a