El ser humano fue diseñado para temer a Dios. Esto no implica tenerle pavor, como si fuera un Dios malo o injusto. Pero sí involucra miedo a las consecuencias negativas de desobedecer a Dios en lo que nos dice, lo cual nos permite alejarnos del pecado. De hecho en Proverbios 1:7 leemos:
"El principio de la sabiduría es el temor de Jehová".
No llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo llama conspiración; ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo. A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo. Isaías 8:12-13
Sin embargo, el punto principal al que deseo llegar, es que cuando decidimos no temer a Dios, debido a que fuimos diseñados para temer a algo (al único y verdadero Dios), solemos volvernos personas temerosas. Quitamos ese temor de Jehová, y lo ponemos en algún otro lugar. Lo digo por experiencia propia, yo solía ser muy temeroso en diferentes áreas, pero Dios me ha estado enseñando a qué verdaderamente debería temer.
Y ni aun entre estas naciones descansarás, ni la planta de tu pie tendrá reposo; pues allí te dará Jehová corazón temeroso, y desfallecimiento de ojos, y tristeza de alma; y tendrás tu vida como algo que pende delante de ti, y estarás temeroso de noche y de día, y no tendrás seguridad de tu vida. Deuteronomio 28:65-66
Estos temores no son sanos, pues obstaculizan que vivamos la vida al máximo, y se interponen en medio de lo que podríamos lograr. Pidamos a Dios que nuestro temor sea a Él, y transforme nuestro corazón.