Todos hemos tenido razones para sentirnos fracasados o pensar que no hemos logrado todo lo que deseamos en la vida.
Quienes tuvieron una niñez o adolescencia difíciles sufrieron por circunstancias complicadas. Por ejemplo: padres que no los hacían sentirse orgullosos como hijos, vivencias de abusos por parte de familiares u otras personas, o simplemente no tuvieron un padre o una madre (lo cual les hizo sentir que no eran tan valiosos, ya que se criaron en una familia disfuncional).Por otro lado, muchas personas vivieron una infancia normal, pero fracasaron en la escuela, la universidad o como proveedores de sus familias. O bien, no son el papá o la mamá que deberían ser.
Finalmente, hay personas que tienen un pasado que les avergüenza. Posiblemente todos nosotros hemos hecho algo de lo que no estamos orgullosos y quisiéramos no recordarlo, y que los demás no supieran para que no cambie su concepto de nosotros.
Así que todos tenemos algo en común: Nadie es perfecto, hemos fracasado en algún área u otra.
Pero... ¿sabías que Dios puede verte como una persona perfecta, que nunca ha fallado?
Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Hebreos 10:14
Jesucristo fue perfecto, pues nunca cometió un error, porque era (y es) Dios. Él vino al mundo para regalarnos su vida perfecta. En el momento en que crees en Él de todo corazón y lo aceptas como el Señor y Salvador de tu vida, Él te obsequia esa vida perfecta. De manera que serás visto como si nunca hubieras cometido un error, como si nunca hubieras pecado.
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. 2 Corintios 5:21
Podemos tener seguridad de que no somos fracasados. Por el contrario, somos sumamente amados por Dios, tanto que Él dio su vida por nosotros.