Biblical Meditation

En mis primeros años como seguidor de Jesucristo, recuerdo la terrible culpa que venía a mi corazón cada vez que sabía lo que debía hacer (pues claramente Dios me había pedido entregarle un pecado) y no lo hacía. Era un sentimiento de que Dios se había apartado de mí, como algo que me aseguraba que a partir de ahora no me iba a ir tan bien en lo que hiciera. Conforme fui madurando, me di cuenta de que jamás querría perder la paz (además un fruto del Espíritu) que traía la obediencia a Dios en lo que me había dicho previamente. Y es que no es lo mismo pecar por ignorancia o debilidad, que abiertamente rebelarse a Dios, simplemente porque deseamos hacerlo, o la carne lo pide. Sí, la Biblia aclara que cualquier pecado nos aleja de Dios, pero en el Antiguo Testamento el castigo para quienes pecaban por rebeldía era sumamente fuerte y diferente que hacerlo por ignorancia. En el caminar cristiano en incontables ocasiones se nos presentará una tentación, tal como Jesús fue tentado, y tendremo...

¡Qué tranquilidad daría saber que no importa lo que enfrentemos en la vida, nos irá bien en lo que hagamos! Saber que todas las cosas y circunstancias conspiran en favor nuestro. Yo no sé ustedes, pero tal pensamiento me brinda tranquilidad y paz. En meditaciones anteriores entendimos que por sí mismo, el sacrificio de Jesucristo es suficiente para vivir en obediencia, por agradecimiento a Él. Sin embargo, la Palabra de Dios está escrita por buenas razones, porque todo lo que dice es verdad. En mi opinión, claramente vale la pena entender que si Dios nos da un corazón obediente a Él (no que nunca peque, pues es imposible), sinceramente deseoso de hacer su voluntad, entonces nos irá bien en todo cuanto hagamos. Aclaremos, esto no necesariamente significa prosperidad material o que todos nuestros deseos egoístas serán cumplidos, pero sí aquellos que están alineados a su voluntad. Además, si le permitimos, Dios se encarga de moldear nuestros anhelos para que se parezcan cada vez más a los...

Meditación Mardoqueo fue un judío que temía a Dios y se sujetaba a las órdenes del rey Asuero, a pesar de que su pueblo (Judá) estaba bajo el control de este gobernante. Un día, Mardoqueo mostró obediencia a Dios y fidelidad al rey, al denunciar que había una conspiración secreta en contra del reinado. Por esta buena obra, es posible que Mardoqueo pensara que Dios lo iba a premiar, pero sucedió lo contrario: un enemigo suyo, que era querido por el rey, planeó y decretó la destrucción de todos los judíos, para ese mismo año. Lo anterior trajo gran angustia a Mardoqueo, ante la expectativa de tan grande mal. En nuestro caminar cristiano, podríamos pensar que Dios  siempre   nos va a bendecir por obedecerle y buscarle a diario. Sin embargo, ¿cuántas veces no nos ha sucedido que vienen pruebas y dificultades a pesar de nuestra entrega, tanto que humanamente pareciera que no sirvió de mucho obedecerle? Antes de que veamos la bendición, es posible que vengan momentos difíciles. Ya s...